Nuestro Padre,
Usted no es indiferente a nosotros, a lo que estamos viviendo.
Nos llevas a cada uno de nosotros en tu Corazón
Nos conoce por su nombre y se preocupa por nosotros.
Nos buscas incluso cuando te abandonamos.
Se interesa por cada uno de nosotros,
porque su Amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede.
Abre nuestros corazones a la misericordia
¡Toca nuestros corazones! Abrir nuestros corazones,
para que sea revestido con tu Bondad y tu Misericordia
para convertirnos en tu Hijo Jesús, en servidores de los hombres. Señor Jesucristo,
sanarme de la dureza de mi corazón.
Haz que mi corazón sea como el tuyo: fuerte y misericordioso, vigilante y generoso,
que no se deja encerrar en sí mismo
y no caiga en la trampa
de la globalización del egoísmo y la indiferencia.
El Papa Francisco