Dios, que haces nuevas todas las cosas,
en estos días en que la alegría pascual difunde por el mundo la Buena Nueva de la Vida más fuerte que la muerte,
te damos gracias por la vida de nuestro buen papa Francisco: que permanezca para siempre en tu luz.
Ha sido un verdadero pastor para tu Iglesia, apóstol de tu misericordia, testigo de tu alegría.
Ha sido como un padre lleno de ternura para todos los heridos de la vida.
Se ha mostrado firme y audaz para desempolvar la Iglesia
y animarla a emprender con determinación los caminos de la sinodalidad.
Su voz profética ha despertado las conciencias ante los grandes retos de nuestro tiempo:
la paz, que es mucho más difícil de construir que la guerra,
el diálogo y la libertad de expresión,
la atención a los más pequeños, la amistad social, el respeto a la creación.
Bendito seas por su ejemplo de sencillez, cercanía y valentía espiritual.
¡Bendito seas por habérnoslo dado como pastor!
En estos días de intensa comunión eclesial,
en este año jubilar en el que tu Iglesia se compromete en una peregrinación de esperanza,
envía tu Espíritu de sabiduría y discernimiento, tu Espíritu de consejo y fortaleza.
Que guíe a aquellos que están llamados a elegir al nuevo sucesor de Pedro.
Te lo pedimos: danos un pastor según tu corazón,
radiante de la alegría del Evangelio,
lleno de inteligencia espiritual y de caridad creativa.
Que sea servidor de la unidad, atento a todos y a los signos de los tiempos.
Que nos haga sensibles al grito de los pobres y al grito de la tierra.
Que siga guiando a tu Iglesia para que avance mar adentro,
hacia donde tú nos llamas hoy.
Amén.
Oración compuesta por la Comunidad de monjas benedictinas de Hurtebise (Bélgica).