Jesús, en el momento en que sabe que va a morir, no se aplasta. Amplía enormemente el análisis limitado y asustado de los discípulos sobre la situación. Los calma dirigiéndolos al Padre y al Espíritu Santo. De este modo, nos invita hoy a mirar más allá de nuestras preocupaciones y a adoptar una perspectiva dinámica y esperanzadora: Jesús confía en el Padre y está seguro de que el Espíritu Santo continuará y ampliará su obra.
Confiando en el Padre
Se trata de una actitud que difícilmente podremos ganar por nuestras propias fuerzas, pero creceremos en ella si nos centramos en el corazón de Cristo, como nos invita a hacer nuestro Proyecto de Vida SVECJ. En el corazón de Cristo encontramos su entrega al Padre y su total confianza en el Espíritu Santo. Se convertirán en los nuestros.
Con el Espíritu del Padre y del Hijo
Este mes de junio comienza con la espera y la manifestación del Espíritu Santo, que celebramos en Pentecostés. Cada año, la Iglesia emprende “un camino de autodescubrimiento, de misión centrada en Jesucristo, de compromiso con los pobres”(Evangelii gaudium, 97). Más adelante, el Papa Francisco nos invita a saborear “el aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de permanecer centrados en nosotros mismos”. Y concluye el nº 97 con “No permitamos que nos roben el Evangelio”.
Renovados por el Evangelio
Sí, el Evangelio tiene un poder de renovación infinito. Nos permite atravesar situaciones difíciles o pruebas para entrar en la esperanza, pues toda crisis esconde una buena noticia que debemos escuchar “agudizando el oído del corazón”(Amoris Laetitia 232). La buena noticia del amor de Dios por todo el universo y por cada persona
Christophe Decherf, SVECJ