Más que nunca, en estos tiempos revueltos, necesitamos discernir un nuevo horizonte y sobre todo nos necesitamos mutuamente.El Papa Francisco nos lo recuerda en su carta encíclica Fratelli tutti: “Nadie se salva solo”. Y añade que no se puede encontrar plenamente la propia identidad sin una apertura “a lo universal, sin dejarse interpelar por lo que ocurre en otros lugares, sin dejarse enriquecer por otras culturas o sin solidarizarse con las tragedias de otros pueblos” (§32 y §146).
Cuando oímos hablar de los sufrimientos del mundo, vemos el aumento de la precariedad en grandes partes de nuestro mundo. La solidaridad y la amistad social, que todos podemos experimentar, son tan indispensables como las decisiones políticas valientes y necesarias. Una y otra vez, estamos llamados a servirnos unos a otros. La solidaridad nos abre un nuevo horizonte. Que esta Navidad del 2021 nos haga estar atentos a los signos de esperanza en nuestra tierra, en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia que sufre, en nuestra Familia Cor Unum y en el SVECJ.
Este horizonte desvelado por el nacimiento de Jesús es la Luz que entra en nuestras vidas. Es una luz que ahuyenta las tinieblas del miedo, que hace brotar una fuente, que hace brotar la alegría del compartir y de la alabanza. En este nuevo año 2022, profundicemos en nuestra visión del mundo, en la fuente de nuestra fe, y que la fuerza y la audacia del Evangelio nos den la confianza que todos necesitamos ¡Ven, Señor! Contigo, la vida toma un nuevo camino que da al mundo el aliento de la Vida y la Esperanza.
El Consejo General de la Sociedad de Vida Evangélica
Nuno, Gwennola, Monique, Christian, Christophe, Joseph