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La sinodalidad no es cuestión de cháchara. El Papa Francisco, en su discurso introductorio al Sínodo de los Obispos (4 de octubre 23), dice con contundencia que no hay que confundir el espíritu de la sinodalidad con ese mal tan extendido que es la cháchara. Añade que charlar, decir cosas mundanas, equivale a contradecir al Espíritu Santo.

La sinodalidad es una gracia del Espíritu Santo

Vivir una reunión con espíritu sinodal presupone escuchar al Espíritu Santo y, por tanto, discernir cuándo y dónde habla. Este discernimiento, tan fundamental para nuestra espiritualidad ignaciana, nos permite luego encontrar la manera de respetar nuestras diferencias caminando verdaderamente juntos.

La Familia Cor Unum como lugar de sinodalidad

Nuestra Familia Cor Unum con la diversidad de sus institutos y nuestro SVECJ es un lugar propicio para vivir y profundizar esta sinodalidad. El “Libro de la Vida” es la huella de la obra del Espíritu Santo que nos une sin glosar nuestras diferencias. Podemos experimentar una comunión, tantas veces sentida en tiempos de retiro.

Nuestra sinodalidad se enriquece con nuestros diferentes estados de vida

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Volvamos a beber de nuestra fuente común que es nuestro Libro de Vida. “Nuestros grupos nos llaman a una nueva amistad, basada en una gracia común y en una cierta manera de expresar el Evangelio en nuestras vidas. Esta amistad se refuerza compartiendo nuestra vida espiritual y apostólica. Está al servicio de todos”. (n° 9). Se expresa aquí nuestra manera específica de vivir la sinodalidad en el seno de nuestros grupos enriquecidos por la diversidad de nuestros estados de vida.

La sinodalidad comienza por la escucha

La posibilidad de esta sinodalidad es, en efecto, fruto del Espíritu Santo, cuando no lo frustramos con charlas vanas y polémicas estériles. Para vivir la sinodalidad en la familia Cor Unum o en cualquier otro lugar de la Iglesia, el Papa Francisco nos exhorta a aprender a ESCUCHARNOS y a saber expresar con sencillez nuestros puntos de desacuerdo. En el corazón de un diálogo sincero, el Espíritu Santo siempre nos hace avanzar juntos por un camino de fidelidad a Jesucristo.

¡La sinodalidad es posible!

Sí la sinodalidad es posible, se aprende escuchando al Espíritu Santo que habla al corazón de cada uno. Confiad en nosotros. Avancemos juntos ayudándonos a vivir reuniones de equipo, en la Familia Cor Unum, y más ampliamente en la Iglesia, marcadas por este espíritu sinodal.

Gwennola Rimbaut, SVECJ


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