Temps de lecture : 3 minutes

En nuestra vida, en nuestros compromisos, en nuestro trabajo… a veces entramos en contacto con personas heridas, congeladas por la mirada de los demás que las juzgan y las reducen a sus faltas. A imagen de Cristo, es importante ponerse a la altura de la persona a la que acompañamos en sus heridas, su desgracia o su angustia..

Vemos lo complicado que es volver al camino de la vida. Es un trabajo de resurrección que lleva tiempo… incluso con la ayuda de Dios o de Cristo Para todos los que escuchan o acompañan a las personas en dificultad hoy en día para todos los que escuchan o acompañan a las personas en dificultad hoy en día: ¿no corremos el riesgo, a pesar de nosotros mismos, de utilizar un discurso moralizante y condescendiente sin, en primer lugar, sin proclamar primero el amor de Cristo por cada persona. Esto es lo que ocurre, el papa Francisco nos dice “cuando se habla más de la ley que de la gracia, más de la Iglesia que de Jesucristo, más del Papa que de la palabra de Dios La alegría del Evangelio n°38.

La Palabra de Dios es siempre rica en enseñanzas. Les propongo la historia de la “mujer adúltera” de Juan 8,1-11 Esta mujer pecadora, condenada por los “fundamentalistas” de la época, es levantada por Jesús, perdonada, liberada de sus acusadores… con esta fórmula que se ha hecho célebre: “¡El que no haya pecado tire la primera piedra! Esta mujer está en pie y en camino. Puede emprender su camino aceptando su imperfección y haciendo todo lo posible por el Señor.

“Jesús había ido al Monte de los Olivos; por la mañana temprano volvió al Templo. Cuando toda la gente se acercó a él, se sentó y comenzó a enseñar. Los escribas y fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida cometiendo adulterio. La trajeron y le dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer fue sorprendida en acto de adulterio. Moisés nos ordenó en la Ley apedrear a esas mujeres. ¿Y qué dices tú? Hablaban así para ponerlo a prueba, para poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y trazó líneas en el suelo con el dedo. Cuando insistieron en interrogarlo, se enderezó y les dijo: “El que esté libre de pecado entre ustedes, que sea el primero en arrojarle una piedra”. Y se agachó de nuevo para trazar líneas en el suelo. Al oír esta respuesta, se marcharon uno por uno, empezando por los más viejos. Jesús se quedó solo con la mujer que tenía delante. Se levantó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Ella respondió: “Nadie, el Señor Jesús le dijo: “Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más

La respuesta de Jesús fue inteligente, hábil, inventiva, consiguió desentrañar la situación sin tener que hacer grandes discursos… El mensaje se entiende inmediatamente : como todos somos pecadores, no tenemos que juzgar y menos aún condenar a los demás.

Cristo se levanta, y la levanta con él, y le habla, diciéndole su perdón incondicional. Luego le dice “Vete y no peques más”, pero esto no es una condición, es un envío después de haberla perdonado y resucitado. “Levantar” y “resucitar”: la vida de nuevo después del pecado.


Profundizando en
  1. ¿Nos sentimos resucitados cada vez que somos perdonados, resucitados para que, tras el perdón, podamos enfocar nuestra vida de forma diferente?
  2. ¿Vivimos en la alegría del perdón o vivimos con la angustia de que la falta, aun perdonada, sigue pesando sobre nosotros?